Olímpica

Uf, qué perezón, cada día el agua está más fría. Con lo bien que sentaba en julio el chapuzón. Y ahora... lo que me cuesta.

Pero tengo que hacerlo. Por mi espalda, por mi hombro y por mi fondo físico. ¡Me necesitan!

Pero no tanto como yo a ellos. Nunca volveré a ser tan joven y esto no lo puedo delegar.

Tengo un desafío: ponerme muy en forma. Es prioritario y le dedico tiempo cada día.

Pero no va a salir bien porque sí, porque un gran objetivo precisa un plan para mantener alta la motivación.

Y en ésas estaba, ese mediodía, a remojo en la piscina olímpica.

10 calles bonitas de muchos azules bajo el sol amable de septiembre. Calles de 50 metros ir y 50 volver. Mucha agua que apartar —no es para todo el mundo.

A mí me gusta nadar. Y a veces pensar mientras nado. Ese día pensaba que qué rollo eso de nadar… ¿estaba flojeando?

Me dije a remojo: “Tienes un gran objetivo y una estrategia con un plan multidisciplinar. Pero te falta algo más para autogestionar tu (des)motivación.”

Y entonces me acordé, a pesar de lo que aprieta ese gorrito de goma:

Para gestionar proyectos de management se recomienda crear pequeños hitos abastables, lo más cercanos posible a tu realidad presente.

Algo tangible, que pudiera tocar en ese contexto mojado. ¿Cómo construiría mis empujoncitos?

Pues con algo mega-simple y muy efectivo. Porque ese día pasé de 8 aburridos largos a 12 energizantes (ahora ya son 14 y me veo capaz de llegar pronto al kilómetro).

Creé un juego tonto para llevar la cuenta de las piscinas con la barra donde te sujetas al impulsarte en cada salida. —Voy cambiando las manos de sitio en la barra a medida que sumo largos. Eso hace muy visual el progreso en mi cabeza.

¡TENGO METAS! Pequeñas metas volantes.

Con un ritual, al estilo Rafa Nadal, dejas de pensar en otra cosa. El juego te libera de tus demonios y te da paz.

Al saber que tienes claro un sistema, tuyo, que no te fallará… ¡vuelas!

Confiar en tu plan te impulsa y el progreso y te conforta.

Nunca has nadado con tanta energía.

Gamifica y vencerás.

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