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Siempre me pasa algo que inspira cada uno de los nudos. Esta semana tenía un tema medio preparado sobre change-makers. Pero… ¡el sábado!
El sábado. Tanta emoción, tantas emociones. No puedo escribir de otra cosa para hoy.
Un encuentro de diez horas con +20 compañeras de bachillerato. La mayoría no nos habíamos vuelto a ver y algunas viajaron horas. ¡Menudo paseo por el colegio! —que nos convocó a todas las generaciones de exalumnas para celebrar los 100 años de Teresianas.
Mare meva. Estás igual. Qué fuerte. Es como si no hubiera pasado el tiempo.
Besos, muchos abrazos, muchísimas risas y perpetuas sonrisas. Quien tuvo retuvo. Maravilla.
Revisitar nuestra adolescencia. Cómo éramos entonces, cómo era yo, cómo soy ahora… las decisiones que hemos ido tomando.
Saludar a la profe de inglés a punto de jubilarse y poder decirle que nos enseñó muy bien y que muchas gracias: check. Charlar con la de catalán, que se estrenó con nuestro curso y era una muchachita que empezaba, entonces -y qué distinta la perspectiva con la que vemos la situación ahora que ya somos señoras.
Qué emoción todo. Crear nuevas anécdotas con las que troncharnos juntas. Connection.
La alegría de ver esas fotos gloriosas de adolescentes late-ochenteras. ¡Eso era vestir con estilo!
Tot estava per fer i tot era possible. Maravilla.
Qué subidón es el encuentro humano.
Y no sólo en casos excepcionales como éstos.
Ser en compañía no tiene que ser un fastidio y no tiene que darnos pereza (lo siento, Pessoa, pero no tenías razón).
Las personas, tan importantes siempre. El centro de todo, el centro de nuestras vidas.
Somos animales sociales. Necesitamos estos momentos, nos tenemos que dar más cariño. Vivir en las sonrisas oculares.
Que los recuerdos que creamos con nuestro día a día sean bonitos. Intentémoslo siempre.
Hoy el nudo ha venido sentimental, aunque estoy segura que sabrás encontrar hoy también tus tips de supervivencia managerial:
No es de nostalgia de lo que te estoy hablando.
Tienes grupos humanos hermosos a tu alrededor. Míralos bien.
Con los que aprender a conectar desde la patatita: construir relaciones bonitas, aunque seamos compañeros de trabajo —o peor, los jefes.
Míralas bien, a cada una de las personas que te rodean.
¡Quien tuvo, retuvo!
Quién siembra (som)brisas recoge aire fresco.
PD: A nosotras ahora nos queda pendiente añadir determinación y consistencia al nuevo hábito de encontrarnos. Encontrar más ovejitas descarriadas. Y poder hacer check, yendo juntas a un concierto de Eros Ramazzoti y de los Pixies.